HUMANO, DEMASIADO HUMANO
A veces el llanto es fuego que mata,
un asesino sin culpa
que devora los recuerdos,
las ilusiones,
los sueños,
las esperanzas,
entre inocentes llamas.
O se convierte en agujas peligrosas
que te descosen la vida,
te hincan el alma
con veneno de ira,
que anticipa el hastío,
el pronto suicidio existencial;
un estado infrahumano
donde adolece el despertar,
y los oasis son mentiras
y los desiertos más que una realidad.
Donde la magia no brilla felicidad
pues se transformó en incendios que gritan viles conjuros compuestos en las entrañas
de agujeros negros.
Un estado oscuro,
de maligno repudio
que taladra la conciencia
penetrando sus orígenes
para destapar lo que tanto esconde,
el presagio de los caídos.
Un estado que desgarra el corazón
donde sangran los restos de toda emoción
para verterlos en el drenaje del olvido
y que en pleno suicidio
de eso que llaman amor,
muera por dentro
ese humano
que alguna vez amó,
la poesía, la alegría
las estrellas y las sonrisas.
Vive, sí,
pero eso es pura biología.
Está vacío, apenas lleno
de maliciosas tinieblas,
sombras proyectadas en una caverna
que niega existe por miedo a salir,
porque lo desconocido es una bofetada a todo lo que ha creído.
Así que antes de colgar su vida en el garfio de la muerte, vociferó su último grito de revolución, un adiós eterno a todo lo que alguna vez amó:
“Humano demasiado humano,
Sálvate de la vida,
sálvate de su desdicha
de la venganza y el desamor.
Sé tu propio héroe, sé tu propio mesías, tu propio juez y salvador,
deja de ampararte en rutinas infaustas,
enfermando la existencia con la añoranza de vivir;
como si la vida fuera nuestra.
¡Se nos fue impuesta!, usurpada del descanso de la muerte.
La vida nos redujo a ser simples mortales, y termina aniquilándonos sin penas ni compasión.
Humano, demasiado humano,
nada más doloroso que haber sido lanzado al mundo como si no existiera otra verdad.
O tal vez, puede suceder un dolor más grande, que no se lee , no se escribe, no se cuenta ni se sabe;
pero algo duele desde lo profundo,
y te mata aunque aún vivas,
para que algún día
vuelvas a nacer
y así te adueñes
de tu verdadera vida,
lejos de la tierra de la existencia suicida.”
- Ariana Izurieta
Comentarios
Publicar un comentario